viernes, 13 de febrero de 2009

Mejor no me ayudes


Cuando conocemos a el Señor a veces hacemos actos de misericordia inesperados... no todos salen bien.

Cierta noche estando en el frente de mi casa, me llamó la atención una catarina que estaba subiendo por la pared acercándose hacia el foco que estaba encendido. La observé por un momento y luego me entretube en otra cosa; rato después la busqué de nuevo y me dí cuenta de que la pobre catarina estaba siendo atacada por una pequeña araña que ya la tenía atrapada, así que me decidí a salvar a la catarina de las patas de la aprovechada araña. Tomé dos palitos de escoba y rescaté a la catarina pero ahora había que desenredar la telaraña en la que estaba envuelta, así que con un palito la sostuve y con el otro jalé la tela y la catarina voló , ejem, pero no como lo había planeado, sino que al jalar un hilo de la telaraña en lugar de desenredarla la catapulté contra la pared. La encontré a mis pies y aún se movía, la levanté decidida a continuar con el rescate pero la catarina que hasta antes de levantarla aún se movía, de pronto dejó de hacerlo; la coloqué sobre una mesa esperando que comenzara a dar señales de vida. En lo que yo esperaba que la catarina reaccionara apareció una hormiga, se acercó y se la llevó arrastrando... mmm... pensándolo bien el acto de misercordia no salió tan mal... pregúntenle a la hormiga.