viernes, 19 de junio de 2009

Como ovejas sin pastor



Don Renato Ascencio, es el nombre del obispo de la diócesis de Ciudad Juárez, en un hombre que a parte de imponer por su jerarquía, impone por su rostro serio.

Durante un congreso, nos encontrábamos en el área de liturgia preparando todo para la celebración eucarística y como suele pasar en cuanto llega el obispo, hacemos silencio y nos ponemos solemnes. Pues ahí vamos todos bien derechitos en procesión, la cruz alta delante, los ciriales, los lectores, y su suponía que también el obispo y los sacerdotes que con celebrarían con él. Comenzamos a escuchar que el coordinador de el ministerio de alabanza nos decía algo cuando pasamos a un lado de ellos, pero no le entendíamos a causa del sonido hasta que por fin comprendimos: ¡Vienen solos!, volteamos y el obispo junto con los sacerdotes estaban a unos 30 metros de nosotros, ya uno de los sacerdotes venía a alcanzarnos risa y risa.

Ahora si, tocan el canto de entrada, nos alcanzan el obispo y sacerdotes terminamos la procesión e iniciamos la eucaristía con una sonrisa en los labios.

miércoles, 10 de junio de 2009

Los olvidados (pero no de Dios)

El ministerio de oración durante los cursos y retiros está aparte orando ante el Santísimo.

Durante un curso hubo un momento que el Señor como que quiso dedicárnoslo solo a el ministerio de intercesión. Estábamos bien metidos en la oración ya a la hora que se suponía debía terminar el curso y reflexionábamos como es que Dios nos tenía ahí y dos personas comentaron que sentían bien fuerte que el Señor respondía que ya no nos llamaba siervos sino amigos, pues ya se imaginarán el gozo que sentíamos; algo llamó nuestra atención, ya sentíamos que se estaban tardando para reservar el Santísimo, entonces alguien fue a buscar a quien debía reservarlo . ¡Oh sorpresa! y bendita ocurrencia de ir a buscar a alguien, pues solo quedaba una persona dentro del CECADE (que es el lugar en el que fue el retiro) y esa persona no era la encargada de reservarlo, si no va alguien a buscar a el ministro ¡nos dejan encerrados!

Lo bueno es que nada pasa por casualidad y sin duda alguna el mismísimo Dios, nos quiso dedicar unos minutos y aprendimos dos cosas:

Que Dios no desaprovecha nada
Y que no se debe poner la confianza en el hombre (por aquello de la mala memoria)