lunes, 11 de octubre de 2010

El Señor sana

El mismo poder con el que sanó Jesús a los enfermos que se encontraba a su paso, lo sigue teniendo hoy...

¨Un día fuí a visitar a una hermana de comunidad que sabía estaba muy enferma. Cuando la ví, se encontraba demacrada y con mucho dolor. El médico le informó que debía ira a cirugía debido a que sus intestinos se habian paralizado.¨ ¨Decidí orar por ella, puse mi mano con suavidad sobre su abdomen y oré al Señor pidiendo su sanación.¨

¨Mientras oraba, ella me pedía que no le oprimiera el abdomen, pero yo sólo tenía puesta suavemente mi mano sobre ella¨. ¨Al terminar de orar ella me contó que sintió cómo si alguien hubiera masajeado la parte adolorida.¨ ¨Me retiré pues ella tenía cita con el médico para programar la cirugía.¨

¨Por la tarde yo me dirigí hacia la iglesia y cual fue mi gran sorpresa de ver a esta hermana a la cual había dejado tan enferma en su casa, sentada en una de las bancas de la iglesia.¨ ¨Me contó que al irme de su casa, ella sintió mucho sueño, se quedó dormida y al despertar ya no sentía ningún dolor ni tenía ya la inflamación provocada por su padecimiento, al ir al doctor, este se sorprendió de verla tan bien, pues ya había visto lo mal que estaba, para gloria de Dios, esta mujer fue sanada.¨