martes, 8 de septiembre de 2009

Tan rico que a todos nos dejó herencia



Quien tiene a Dios es inmensamente rico...
Alguna vez un sacerdote dijo que la muerte es la manera que Dios tiene de reclamar lo que es suyo, y hace dos días reclamó para sí a Hilario, un integrante del ministerio de alabanza Israel de Ciudad Juárez. Después de algunos meses de enfermedad, el Padre lo llamó a sus brazos, brazos en los cuales su sufrimiento terminó y ahora descansa.
Yo lo conocí hace más de 15 años cuando el Señor lo atrapó con su amor en la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, ahí comenzó a caminar de la mano de Dios. El Señor lo llamó a servir al ministerio de alabanza. Era deportista y tenía talento para tocar el teclado, pero tal parece que su mayor talento era ganarse el corazón de las personas, pues la funeraria no se daba abasto con la gente que acudió.
Al enterarnos de su enfermedad se inició una cadena de oración de 24 horas al día, así que durante unos cuatro meses estuvimos orando día y noche por él, y aunque yo no tenía una relación cercana con él, tengo que decir que es imposible no llegar a amar en Cristo a una persona por la cual oras. Nos dejó a todos los que lo rodeamos una herencia muy valiosa... su testimonio. Cuando se lo permitía su salud acudía a las juntas, su fe se mantuvo hasta el final. Como matrimonio él y su esposa dieron ejemplo, ella estuvo incondicionalmente a su lado demostrándole su amor y él pensó en ella hasta el último momento.
Hoy al terminar la celebración eucarística su esposa dirigió unas palabras: ¨Gracias a todos por acompañarnos, por sus oraciones, se que formaron una cadena de oración de 24 horas al día por su sanación, y ya está sano. Se que lo querían vivo, yo también lo quería vivo, pero ya está en manos de mi papá. No teníamos papá terrenal, pero teníamos nuestro Padre en el cielo.¨ ¨El lunes que fueron a orar por él, el Señor regalaba una visión, el Padre lo abrazaba y lo besaba y decía: déjenmelo, déjenmelo. Yo creí que solo por ese momento, pero no fue así.¨
¨Yo se que él está bien... el domingo mi hijo mayor me dijo: Mamá, papá me está hablando, le pregunté ¿y que te dice? y me contestó: Que está bien.¨
Para despedirlo se entonaron alabanzas de gozo. Ya no está físicamente, ya no lo veremos, ni lo escucharemos, sus manos ya no tocarán el teclado, pero su alabanza sigue y su paso por este mundo dejó huella.
Gracias Señor por su vida y gracias Hilario por dejar huellas dignas de ser seguidas... nos vemos luego... en casa de Papá.













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