jueves, 15 de octubre de 2009

Isaias 53:12


No cabe duda que donde sobreabunda el pecado, sobreabunda la gracia...

Al terminar un rosario en honor a la virgen de la Candelaria, un joven se puso de pie y pidió le permitieran dar su testimonio.

¨Un día estaba fuera de mi casa y pasó una hermana de la comunidad y me invitó a participar como Jesús en el viacrucis. Pensé que se estaba burlando, pues bien sabía de que había sido un drogadicto, pero decidí aceptar.¨

¨Al momento de ir caminando con la cruz a cuestas comencé a sentir que el que representaba al soldado me daba los latigazos con mucha fuerza, así que le dije que se estaba pasando, no me contestó, solo se me quedo viendo y continué caminando; sin embargo los latigazos siguieron siendo fuertes, así que le reclamé de nuevo. Me respondió mostrándome con lo que me estaba golpeando y era un látigo hecho de estambre, pero los latigazos yo los sentía fuertes. Seguí caminando y al mirar hacia la cruz vi sobre ella toda la porquería que con la que yo acostumbraba drogarme. Sentí un gran enojo porque pensé que, conociendo mi pasado, alguien había puesto eso para hacerme sentir mal, al voltear de nuevo hacia la cruz y ya no había nada... Lloré al entender que el Señor me estaba diciendo que también cargó con mis pecados y estaba permitiendo que experimentara un poco de el dolor de su sacrificio por mí¨.

¨Terminé el viacrucis dando gracias a Dios por su gran amor¨.

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